La asiduidad y asistencia a logia
Desde los primeros pasos que
damos en la masonería, aprendemos que nuestra evolución personal y espiritual
está intrínsecamente ligada a nuestra participación activa en las actividades
de la logia. Cada encuentro, cada ceremonia, cada tenida es una oportunidad
invaluable para nutrirnos del saber y del calor fraternal que emana de nuestra
comunidad.
La asiduidad, más que una
obligación, es un compromiso con nosotros mismos y con los hermanos que nos
rodean. La constancia en la asistencia nos permite no solo
aprender de manera continua, sino también enseñar con nuestro ejemplo.
Es en el trabajo diario, en la reflexión constante, donde logramos pulir
nuestra propia piedra bruta.
Pero, además, la presencia de
cada uno de nosotros fortalece el lazo que nos une como una cadena indisoluble.
Cuando uno de nosotros falta, no solo perdemos su valiosa contribución, sino
que se debilita el símbolo de unidad que nos caracteriza. Por tanto,
estar presentes no es solo un acto de responsabilidad personal, sino también de
respeto y lealtad hacia nuestros hermanos y hacia la Orden.
Sabemos que en el mundo
profano las exigencias son muchas. El trabajo, la familia y otras
obligaciones pueden a veces alejarnos de la logia. Sin embargo, recordemos
que el templo interior que construimos requiere dedicación, y es en la logia
donde encontramos los materiales y las herramientas para continuar con esa
labor. Asistir, participar y contribuir activamente es la mejor manera de
mantener viva la llama de la fraternidad y de nuestro propio crecimiento.
Así que os invito,
queridos hermanos, a renovar nuestro compromiso con la masonería a través de la
constancia. Sigamos alimentando este espacio sagrado con nuestra
presencia, nuestras ideas y nuestro esfuerzo, sabiendo que cada reunión es
una oportunidad de avanzar juntos en el camino hacia la luz.
Que la fraternidad nos guíe
siempre y que la paz reine en nuestros corazones.
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