domingo, 9 de septiembre de 2012

la tolerancia ¿un dogma en masonería??


 La Tolerancia ¿Un dogma en masonería?

La palabra tolerancia, se deriva del verbo, tollerare, del latín; que significa soportar o aguantar. Es la actitud de la persona que respeta las opiniones ajenas y modos de comportamiento, aunque no coincidan con los suyos.
La tolerancia corresponde a una virtud cívica, fundamental para la praxis democrática, enmarcada en el campo mayor del pluralismo.
La práctica de la tolerancia, enunciada desde el primer día de nuestra iniciación, emerge como, como una virtud, que encabeza todo pensamiento y proceder masónico.
Siendo el ser humano, único e irrepetible, es condición inherente también de ser  diferentes, unos  otros, que se manifiesta en su fenotípica, como en su infinito universo del pensar y actuar. Por estos motivos es la base de la convivencia social, y de un vivir en democracia, en donde el consenso de las mayorías, prime en el desenvolvimiento de la sociedad, aunque esto no contente  todos. Es por esto que el sistema democrático es el más aceptado ante el resto de los sistemas, aunque la humilde opinión de este escritor, es que no es el mejor. Afirmo esto considerando, que en democracia, prima el pensamiento de  la mayoría, la cual no es la más culta, y capaz de las determinaciones que debe conducir a un estado, la noocracia, el gobierno de los más capaces, por lógica racionalista debiera ser el mejor. La Noocracia, es un sistema social y político que está basado "en la prioridad de la mente humana", según Vladimir Vernadsky, también se desarrolla en los escritos de Pierre Teilhard de Chardin.
Sócrates ya sugirió este sistema. El primer intento de aplicar esa política es tal vez el sistema de Pitágoras "ciudad de los sabios", que planteaba desarrollar en Italia junto con sus seguidores, el orden de "mathematikoi." En la historia moderna, un concepto similar fue presentado por Vladimir Vernadsky, aunque no utiliza este término, sino el término "noosfera".
Según la definición de Platón, noocracia se considera como el sistema político del futuro para toda la raza humana, sustituyendo a la democracia (“la autoridad de la multitud") y a otras formas de gobierno. La aristocracia de los sabios (mirar Sofocracia), tal como definió Platón es un sistema Noocratico.
Retomando la idea de la tolerancia, en nuestro país el 50,4% de la población cree que los chilenos somos más tolerantes que hace diez años. Así lo reveló una encuesta realizada a nivel metropolitano por la empresa Ipsos a solicitud del Ministerio Secretaría General de Gobierno y la División de Organizaciones Sociales (DOS).
Pese a este resultado, el 77,2% de los encuestados señalaron que creen que como país debemos avanzar aún más en este tema y que todavía nos falta por avanzar en materia de tolerancia. Entre los resultados que arrojó el sondeo, se desprende que el 73,6% de los entrevistados confesó no haber sido nunca objeto de discriminación y el 80% de la población se muestra partidario de legislar para castigar las actitudes discriminatorias.
Asimismo, el estudio destaca que entre quienes reconocen haber sufrido discriminación (26,4%), un porcentaje mayoritario indican que las principales razones para ser discriminado son: grupo socioeconómico (42,6%), edad (41,3%) y aspecto físico (27,1). Por otra parte, al denominar cuál es el lugar en que más se han visto afectados es en el trabajo (38%).
Un dato preocupante, y para tener en consideración, lo constituye el hecho que dentro del porcentaje de personas que reconoce haber sido discriminado, un 10.9% dice haber sufrido de esta situación al interior de su casa o con su propia familia. Esta cifra supera a otros puntos donde se señalaba que se producían situaciones de discriminación, tales como un centro de estudio (7.3%); una comisaría (7.1%) o un restaurante (4.9%).
Si nos remontamos a Gandhi (1869-1948). Señala no me gusta la palabra "tolerancia", pero no encuentro ninguna mejor. El amor nos enseña a tener por la fe religiosa de los demás el mismo respeto que tenemos por la nuestra. La tolerancia no es indiferencia por la propia fe, sino amor más puro e inteligente por esta fe. Está claro que la tolerancia no es confusión entre el bien y el mal, entre lo justo y lo injusto. Sin embargo, señalaba, la tolerancia es ya un gran paso, sobre todo cuando educa en el conocimiento y en el respeto del otro, del que es distinto, del extraño. Este comportamiento no debe ser indiferencia, confusión o sincretismo vano y vago. Es conciencia de la diferencia, pero también de la posibilidad - a través de un diálogo recíproco - de alcanzar una convivencia, una armonía, una solidaridad. Gandhi decía que no es solamente no hacer mal al otro, sino también ayudarlo a superar las dificultades de ser extraño para sentirse acogido y respetado echando fuera miedos y reacciones guerreras.
En nuestro país, en una carta al director, toca la distancia entre las leyes y sus aplicaciones y la impunidad, en el siguiente comentario en su parte primera al diario El Mercurio de Santiago de Chile dice, Señor Director:
"El peligro de la tolerancia y el dejar hacer puede significar el derrumbe del orden social establecido. Hoy vemos cómo los niños, menores de edad, se toman los colegios, escupen a los mayores, destruyen mobiliario escolar, o simplemente decretan     paro    de       actividades.
¿Dónde están sus padres?, ¿qué hacen las autoridades locales, municipales y, en último término, el Gobierno? Conversan con ellos. Se buscan soluciones. Dialogan. Bien, pero los niños continúan. Piden más, y vuelven a pedir más. El riesgo de exponernos como adultos a sus exigencias, más allá de que sea legítima o absurda, es inaceptable.
Este es un problema social o sociológico. ¿Cómo abordarlo?, ¿por la fuerza?, ¿suspendiendo a quienes dirigen al alumnado, expulsándolos? Claramente hay que adoptar una solución como sociedad”. Dice en su parte medular.
Después de recurrir a estos extractos de ideas a modo de introducción, volvemos a la idea de la tolerancia considerada unos de los pilares de la masonería, como un valor irrenunciable, casi imponible, si no practico la tolerancia; no puedo ser masón, y en nuestro entorno nacional, se habla más que nunca, acerca de la tolerancia y discriminación.
Tanto en logia, como en la comunidad profana; ¿hasta cuándo hay que ser tolerante? Está claro que la tolerancia debe ser practicada, hasta que los sujetos, sobre los cuales hay que practicarlas, caen en la franca inmoralidad o criminalidad, no se puede tolerar, el abuso de las libertades, el atropellos de los derechos y libertades de cada ciudadano, sin perder el norte, que todos los derechos, están sujetos a el cumplimiento de los deberes que la misma sociedad que otorga estos derechos, impone el cumplimientos de los deberes. Esto en un contexto que el ciudadano acepta vivir, al amparo de una sociedad que les otorga muchos beneficios, pero, que requiere de él, un compromiso que debe cumplir.
No hay duda que en nuestra sociedad tanto masónica como profana, estamos falto del respeto y disciplina, lo que permite un desarrollo no armónico de ellas. Cabe pensar cuan responsable somos cada uno de nosotros, de estas falencias; propiciando en nosotros mismos y demás, la falta de compromiso con el bien común, protegiendo estas situaciones con una mal entendida tolerancia, que a veces, se ve como desinterés de lo que pasa tanto en logia como fuera del templo.
Hoy más que nunca, se requiere activa participación del masón, tanto en su logia como en la actividad convulsa de nuestra sociedad, llevando como bandera la tolerancia, pero no como un dogma, sino con reflexiva aplicación; así como también alzar la voz, para condenar el mal, la injusticia y el crimen. La tolerancia no es un dogma.
                                                          

La espiritualidad laica

 Publicado por Malena
Algunos filósofos ateos se atreven a formular doctrinas espirituales sin Dios.
Dos filósofos franceses están reivindicando una tesis que en tiempos pasados hubiera sido considerada una herejía: la moral no es monopolio de las religiones.
Dos ensayos, “El espíritu del ateísmo!, de André Compte-Sponville y el “Tratado de ateología”, de Michel Onfray, tienen el objetivo de asumir los desafíos de la época moderna y retomar el antiguo ideal de la sabiduría, como reflejan las obras de Friedrich Nietzsche, Karl Marx y Sigmund Freud.
Según Compte-Sponville, un ateo puede tener los mismos valores judeocristianos (no matar, no robar, etc.), porque la moral no es privativa de la religión ya que un creyente fanático puede transgredir los valores de su religión y asesinar en su nombre.
La moral es una elección consciente y el humanista, como no tiene ningún Dios, tiene que decidir ser moral con su conciencia.




El judaísmo y el cristianismo apoyan la Ley y la creencia, defienden la obediencia y la sumisión, la castidad, la virginidad, la fidelidad monogámica y creen en el más allá y la vida sacrificada.
El ateo no cree en Dios y también cree que Dios no existe, en cambio el agnóstico no cree que Dios exista o que no exista, deja esta cuestión en suspenso.
Compte-Sponville no cree que Dios exista porque la propuesta de una vida eterna en el paraíso es para él demasiado bella para ser creíble. De este modo, se identifica con el pensamiento de Ludwing Feuerbach, que consideraba a Dios una mentira genial que le da sentido a la vida y valoriza al hombre.
La ateología es la ciencia que se dedica a desarmar la estructura religiosa, e intenta descubrir los mecanismos confabuladores mediante la psicología y el psicoanálisis, pone a prueba los libros de testimonios y coordina este trabajo con la filosofía; con el propósito de alcanzar una ontología materialista, una física de la metafísica, una teoría real de la inmanencia.
M- Onfray comienza tratando de demostrar la futilidad de la prueba ontológica de San Anselmo del siglo XI, que define a Dios como un Ser perfecto que no se puede concebir sin existencia. Señala los ejemplos de engaño a través de la historia de las religiones y enfatiza su lado oscuro.
Compte-Sponville construye dos grandes líneas de la espiritualidad atea: el éxtasis, que es el sentimiento oceánico que se puede experimentar sin ninguna creencia; y la espiritualidad, que no es monopolio de los creyentes.
Luego, ataca la prueba cosmológica que Leibniz apoyó, que postula que si el mundo existe debe tener una causa y que tal causa no puede ser otra que Dios; y reduce a cenizas otros argumentos sobre su existencia.
Sin embargo, el estudio muestra de inmediato sus límitaciones, que el ateísmo se reduce a explorar las causas.
En el siglo XIV, cuando el ateísmo se identifica como lo contrario al cristianismo, Guillermo de Ockham distingue lo temporal de lo espiritual y dejará libre la razón de la fe.
Para Ockham, si la filosofía se reduce a las causas no puede servir a la teología, porque no hay relación entre estas dos disciplinas y de esta manera abre una larga brecha donde tendrán cabida, aquellos que instaurarán el reino de la ciencia y del humanismo.
Denis Diderot (1713-1784), se inscribe a favor de una religión que llama natural, defendiendo un punto de vista materialista y ateo, creyendo en una moral social en la que pueden converger la felicidad individual y el bien general.
Muchos ateos de hoy se adhieren a la epopeya del libre pensamiento, que se asemeja a la voluntad de pensar libremente de Espinoza o Montaigne.
Aunque otros, a partir del siglo XVIII, plantean la falsedad de las religiones, no son ateos en sentido estricto, ya que su universo mental está teñido de religiosidad, pero reconocen que la iglesia ha perdido el control que ejercía sobre la sociedad.
Hoy, el ateísmo sobrevive de dos maneras, en los que luchan por la defensa del laicismo apoyando la razón en contra de la religiosidad y los que se adhieren a los argumentos de Compte-Sponville.
Sin embargo, la espiritualidad atea aún no se ha construido.
Fuente: “Filosofía Hoy”; “Las grandes preguntas de la filosofía”.

martes, 19 de junio de 2012

La Noética



Desde el punto de vista filosófico, la noética se refiere al pensamiento objetivo e inteligible, capaz de aprehender el objeto tal cual es. Es la ciencia que estudia el poder y la naturaleza del pensamiento a través de la conciencia, la intuición, el sentimiento, la razón y los sentidos; y que explora el alma y el espíritu, en relación con la realidad material. Es la nueva ciencia del pensamiento que intenta comprobar la influencia de la mente sobre el mundo físico y que aspira a ser la ciencia que conjugue todo tipo de conocimiento humano y una el intelecto con el espíritu.
Para los griegos la noética representaba el conocimiento intuitivo; para Platón “noesis” era el conocimiento más elevado, o sea la capacidad del alma de captar las ideas del mundo inteligible y para Aristóteles la noética era su doctrina de la inteligencia.
Para los estudiosos de la noética la conciencia es el poder que tiene la mente para modificar la materia.
Dan Brown, autor del libro “El símbolo perdido”, se refiere a la noética como la comprensión más profunda del pensamiento humano que tenían los antiguos sabios, que no contaban con los avances científicos y tecnológicos actuales.
Siguiendo el concepto de Dan Brown, en este libro de ficción, en el que hace una nueva interpretación de documentos antiguos de distintas culturas, sostiene que los libros sagrados son una fuente de conocimiento codificados que continuamente mencionan el poder interior del hombre y su capacidad para dominarlo, por medio de la fe y el estado profundo de concentración.
El cerebro puede desarrollar poderes superiores a los humanos y generar energía capaz de transformar el mundo físico y si los pensamientos producen una reacción en las partículas, también pueden cambiar el mundo.
Si Dios nos creó a su imagen y semejanza también nos legó su poder creador. Sólo le falta al hombre tener conciencia de esta verdad para poder realizar ese potencial.
La ciencia, que ha considerado hasta ahora a los hechos espirituales pura superstición sin fundamento, tendrá que reconocer que su frontera es precisamente la fe y la creencia.
Sin embargo, aunque potencialmente tengamos el poder de transformar la materia y de materializar todo lo que deseamos, aún no sabemos cómo ponerlo en funcionamiento, porque se necesita tiempo y esfuerzo para aprenderlo.
Para hacer realidad una intención de la conciencia es necesario un gran poder de concentración que deje de lado todo lo demás, una visualización con todos los sentidos y una fe profunda.
Hay personas que lo podrán lograr con más facilidad que otras y también se facilita este proceso si se realiza en grupo, ya que las mentes que trabajan juntas multiplican su efecto, como ocurre con la oración y la meditación; porque el poder de Dios no es sólo uno sino que es el poder de todos nosotros que hemos sido creados por Él.
La ciencia noética ha sido relacionada a los fenómenos paranormales, las teorías extraterrestres, las experiencias de vida después de la muerte y con todo acontecimiento esotérico vinculado con el espíritu, por personas con una visión del mundo cientificista y cerrada, que consideran que el conocimiento científico es la única forma de conocimiento posible y que más allá de la razón y de la experiencia física no hay más nada.
La neurociencia dice que la realidad que conocemos es una de las actividades del cerebro, también están los sueños y no sabemos qué otras actividades tendrá, ya que sólo usamos el diez por ciento del cerebro para funcionar.
Aceptemos que sabemos apenas muy poco de la realidad y que nuestros métodos han sido hasta ahora insuficientes para la solución de los problemas que nos aquejan; y reconozcamos que puede haber otra forma de conocimiento más eficaz que conduzca a una mayor comprensión del mundo y a la paz de la humanidad.
Esa postura de apertura es lo que necesitamos para poder avanzar, porque lo contrario es el estancamiento y el suicidio.
Sólo descubre la verdad el que se atreve a trascender los límites, e imagina otra cosa más allá de ellos aunque le parezca increíble.
Fuente: “El símbolo perdido”; Dan Brown.